COVID-19 regresaría a 500 millones de personas a la pobreza extrema

De acuerdo a datos de Naciones Unidas, en el mundo el número de personas viviendo en pobreza extrema disminuyó del 36% en 1990 al 10% en 2015, sin embargo, la pandemia del COVID-19 podría regresar a 500 millones de personas a esa situación.

Los impactos del COVID-19 se han sentido en todo el mundo en una amplia gama de entornos muy diferentes, pero la continuación de esta crisis pegará con más fuerza a los más vulnerables en las ciudades y comunidades, en particular a los mil millones de personas que viven en barrios marginales y asentamientos informales, incluidos refugiados, desplazados y migrantes.

Durante la pandemia se ha pedido a todos quedarse en casa, pero esta simple medida preventiva de salud pública es imposible para las personas que viven en la calle o en viviendas inseguras o superpobladas. Igualmente, las recomendaciones  para prevenir el COVID 19, como el lavado de manos y el distanciamiento social, son difíciles de llevar a cabo en los asentamientos informales donde las instalaciones de salud son mínimas. Se estima que alrededor de 1,800 millones de personas, o más del 20 por ciento de la población mundial, se encuentran en estas condiciones.

Es verdad que algunos países han tomado importantes iniciativas para atender a estas poblaciones, como la colocación de centros de saneamiento móviles, la cobertura de salarios para quienes han perdido su trabajo, la suspensión de los desalojos y reasentamientos, sin embargo, también es verdad que en algunos países y ciudades, se han priorizado los intereses económicos de forma desigual, afectando principalmente a las poblaciones más pobres y vulnerables, especialmente las mujeres, las niñas y los niños, quienes son algunas de las más afectadas.

Actualmente 780 millones de personas en el mundo se encuentran en situación de probreza extrema, lo que significa que viven con $1.90 dólares al día. Para aquellos que trabajan, tener un trabajo no garantiza una vida digna. De hecho, globalmente, el 8% de los trabajadores y sus familias viven en la pobreza extrema. Como consecuencia de las medidas de contingencia sanitaria, se prevé que casi 200 millones de trabajos de tiempo completo desaparezcan en los meses por venir.

“Muchas personas en situación de pobreza viven al día, sin ahorros o almacenamiento de comida. Y, por supuesto, las personas que no tienen vivienda simplemente no pueden quedarse en casa.” Philip Alston, Relator Especial de la ONU sobre la pobreza extrema y derechos humanos.

A medida que las economías de muchas ciudades y países luchan para resistir el impacto del COVID-19, la primera línea de preparación y respuesta a la pandemia global son los gobiernos locales y regionales. Las autoridades deben mantener sus ciudades funcionando en términos de suministros de alimentos, apoyo a los más vulnerables y acceso a la atención médica. Necesitan trabajar con expertos en salud, agencias gubernamentales en todos los niveles, expertos en saneamiento, científicos sociales, innovadores y planificadores urbanos.  De igual forma, el desafío debe abordarse a través de la solidaridad y la cooperación internacional con un enfoque inclusivo que realmente no deje a nadie atrás.

El coronavirus ha exacerbado las desigualdades sociales, económicas y espaciales ya existentes. Nuestra respuesta hoy afectará directamente el futuro de nuestros pueblos y ciudades de mañana.

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